El 13 de abril de 2018, dos diputados del Parlamento Europeo, Antoine Herth y Thierry Benoit, aprobaron una enmienda. En él se estipula que "se realizará un experimento sobre la utilización de aeronaves no tripuladas para la fumigación aérea de productos fitosanitarios en zonas agrícolas plantadas con viñedos y con una pendiente del 30% o más, durante un período máximo de tres años". El texto tiene por objeto permitir ensayos de utilización de los vehículos aéreos no tripulados, a diferencia de los métodos convencionales que no son muy eficaces en el caso de terrenos de gran pendiente o de difícil acceso.
LA VENTAJA DE LOS DRONES
es muy actual, en particular con el Foro Ambiental de Grenelle. Si la mejora de la productividad es uno de los avances de la "Viticultura de Precisión", la reducción del impacto ambiental es un objetivo ineludible. Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (NTIC) permiten prever soluciones. Las investigaciones en esta esfera son cada vez más numerosas y son objeto de importantes avances en la gestión de las parcelas con instrumentos aéreos, instrumentos portátiles para mediciones puntuales y muestreo, para la adopción de medidas inmediatas durante la tarea. Esta comunicación presenta algunos aspectos notables de estos avances.
En el pasado, los viñedos más prestigiosos usaban helicópteros. Pero estas herramientas eran caras y contaminantes.
Así que los drones llegan en el momento justo en la carrera para proteger el medio ambiente. También ofrecen un alto grado de precisión para ayudar a los viticultores.
Con las fotos tomadas a lo largo del año, los vinicultores pueden adaptar su trabajo a la rutina diaria y actuar rápidamente.
Además, según los especialistas, los principales competidores de los drones, es decir, los satélites Spot-5 o Formosat-2, no pueden operar cuando el cielo no está despejado.
El UAV ofrece otra ventaja sobre el satélite, la de "diferenciar entre las vides y la hierba entre las filas", evitando así "confundir el estrés hídrico de las vides con el de la hierba".
Menos restrictivos y más precisos, los zánganos a su vez vienen a apoyar a los viticultores.
Las máquinas volarán sobre el viñedo y tomarán fotografías. El mapa infrarrojo resultante ayudará entonces a determinar la madurez óptima de las uvas, y por lo tanto permitirá programar la cosecha si es necesario. "Si, por ejemplo, vemos que al final de la parcela la vid es menos vigorosa, enviaremos un equipo de recolectores para cosecharla".
Estos mapas, que registran la actividad clorofílica de las hojas de la vid, se han convertido en indicadores de precisión de los que ya no quieren prescindir ciertos grands crus de Burdeos, tales son sus múltiples y preciosas aplicaciones: gestión de la fertilización en primavera, mantenimiento de los suelos y poda durante el invierno, vendimia en otoño.
Por supuesto, los viticultores reconocen que el zángano no puede hacerlo todo, como los análisis de laboratorio (acidez, azúcar, concentración fenólica) y las catas de uvas en la vid, que siguen siendo fundamentales.
En la agricultura y, en particular, en la viticultura, se pueden diagnosticar precozmente diferentes tipos de estrés (hídrico, nitrógeno, plagas...) en las plantas, gracias a la termografía infrarroja. Estos fenómenos pueden ser síntomas de diversas enfermedades e infecciones. El objetivo del análisis termográfico de las vides es identificar el origen de los síntomas con suficiente antelación y así poder prevenir los problemas de crecimiento y productividad mediante tratamientos fitosanitarios adecuados.
La termografía de infrarrojos también se utiliza en organismos vivos, con el fin de establecer diagnósticos sobre el estado de salud de las plantas, los animales y los seres humanos.